Hola, soy Noelia Casas y este es mi blog sobre Intervención educativa con menores inmigrantes (MENAS). Aquí podréis encontrar multitud de información sobre el tema, así como: opiniones, reflexiones, análisis, noticias...

Espero que os guste y que os sea de utilidad para adentraros aún más en la intervención social. Un saludo.

viernes, 17 de diciembre de 2010

MENA Parte III

MENA ( menor inmigrante no acompañado) Parte II


3- La respuesta institucional: repatriación o estancia en centros de acogida.Cuando esta no es posible por cuestiones legales o de otro tipo, los menores son internados en centros de acogida, tras la preceptiva orden de acogimiento residencial. A continuación analizaremos ambas medidas.
3.1. La repatriación de menores.
La repatriación es la primera opción cuando un menor extranjero no acompañado es detectado en España, aunque su realización práctica conlleva una serie de dificultades
que hacen que en la mayoría de los casos no sea viable.

La legislación establece que los menores extranjeros sólo pueden retornar a su país de origen si se reintegran a su
familia o a un centro de protección estatal. La Ley española establece que “la Administración General del Estado, conforme al principio de reagrupación del menor, después de haber oído al menor y previo informe de los Servicios de Protección de Menores, resolverán lo que proceda sobre el retorno a su país de origen o a aquel donde se encontrasen sus familiares, o, en su defecto, sobre su permanencia en España. De acuerdo con el principio de interés superior del.

Según la Ley de Extranjería6, es la Fiscalía General del Estado la que debe contactar con losmenor, la repatriación a su país de origen solamente se acordará si se dieren las condiciones para la efectiva reagrupación familiar del menor, o para la adecuada tutela por parte de los servicios de protección de menores del país de origen” consulados y las familias de los menores para que puedan ser devueltos a sus países. Sin embargo, si la familia rechaza acogerlo, el Fiscal tiene que denegar su repatriación. Cuando la repatriación no es viable, el menor queda bajo la tutela del Estado hasta su mayoría de edad, otorgándosele en la mayoría de los casos la autorización de residencia. Así se establece en el Artículo 92.5 del   Reglamento de Extranjería, según el cual “transcurridos 9 meses desde que el menor haya sido puesto a disposición de los servicios competentes de protección de menores de las Comunidades Autónomas, sin. Hay que matizar, sin embargo, que el hecho de que se haya concedido la que haya sido posible su repatriación se procederá a otorgarle la autorización de residencia” residencia “no será impedimento para la repatriación del menor, cuando posteriormente pueda realizarse”.


3.2. Los centros de acogida en España
La situación en que se encuentran los menores inmigrantes no acompañados que viven en España es paradójica: la sociedad de acogida les trata como menores que deben ser objeto de protección (no sin cierto control, ya que no dejan de ser inmigrantes irregulares) y les asigna a centros de acogida, cuando no pueden ser repatriados. Por su parte, ellos se consideran adultos y quieren trabajar, ser independientes y poder así ayudar económicamente a su familia. Esto lleva a que muchos abandonen los centros de acogida (según el informe del Defensor del Pueblo Vasco la mayoría está en los centros menos de un mes) cayendo a veces en ambientes desfavorecidos en los que su situación no hace más que empeorar.



MENA ( menor inmigrante no acompañado) Parte I


1- Qué entendemos por menor inmigrante no acompañado:Tradicionalmente el concepto de menor inmigrante/ migrante no acompañado engloba las siguientes características (VVAA, 2004):
a) niños y adolescentes menores de 18 años.
b) en proceso migratorio, solos o acompañados.
c) fuera de su país de origen, separados de las personas que por Ley o por costumbre los tienen a su cargo.
d) que han accedido al país de destino a través de una solicitud de asilo o de forma irregular.
Actualmente, la presencia creciente de estos menores en España constituye una grave preocupación para las Administraciones y las ONGs, pudiendo decirse que es uno de los principales retos con los que se enfrenta la política migratoria española y, con ella, el conjunto de la sociedad.

2- Perfil del menor inmigrante no acompañado en España
Respecto al perfil del menor inmigrante no acompañado, los estudios realizados en ámbitos diversos dentro de España (VVAA, 2004; Calvo de Leon, 2003; Save The Children, 2005; Capdevilla y Ferrer, 2004; Ramírez y Jiménez, 2005), coinciden al apuntar una serie de características propias que nos permiten describir ampliamente este colectivo, no sin antes destacar la heterogeneidad propia de cualquier grupo humano:
1) La gran mayoría son varones, pudiendo considerarse minoritarios los casos de niñas.
2)En un alto porcentaje proceden de Marruecos (entre el 75% y el 92% según los distintos estudios). Llama la atención el hecho de que en el estudio de Cataluña más de la mitad de los MINA procede de una misma ciudad: Tánger.
3) La edad de llegada oscila entre los 14 y 17 años.,
4) La gran mayoría de los MINA vivían con su familia nuclear en el país de origen .
5) Sus circunstancias personales y sociofamiliares eran muy penosas en el país de origen.
6) Aunque resulta evidente, resulta conveniente recordar que los valores y relaciones de los MINA se fundamentan en parámetros culturales diferentes a los nuestros, lo que no
debe perderse de vista en ningún momento de la intervención.
7) Presentan carencias de escolarización y de formación laboral. Su adaptación escolar resulta muy difícil y se encuentran con un mercado laboral cerrado, tanto por cuestiones legales, como por su escasa cualificación. Asimismo, sufren una pérdida absoluta de referentes educativos como consecuencia de su emigración prematura a Europa.
8) Sus expectativas personales son irreales, distorsionadas por los medios de comunicación o por los propios compañeros.
9) Viven una fuerte ruptura de expectativas, debida a la tensión permanente entre la realización de su proyecto migratorio (que incluye responsabilidades de adulto, ser
autosuficiente y hasta sustentador de la familia) y la condición de MINA (individuo dependiente, en situación de desamparo, sobre el que el Estado tiene competencias de
intervención) que les impone la sociedad de acogida. Las causas de la emigración de los menores inmigrantes son similares a las de sus compatriotas adultos (un 84% afirma
que emigró para buscar trabajo) y también son similares sus perspectivas de futuro.
10) Mayoritariamente, encuentran dificultades en su adaptación e integración, con serios problemas de convivencia en algunos casos (manifestaciones de carácter
agresivo, robos, consumo de sustancias tóxicas). Presentan una grave falta de recursos materiales y familiares para afrontar la situación en la que se encuentran, con el peligro
real que esto supone de caer en redes de explotación.
11) Desconocimiento (especialmente al principio) del medio en el que se encuentran y del idioma español.
l2) Situación de desarraigo, soledad ,etc. Hay que destacar aquí que pese a la imagen que socialmente podamos tener, la mayoría de estos menores están tutelados, no viven
en la calle aunque pueden pasar en ella algunas horas al día.
13) Aparece un nomadismo constante, como ya vimos al hablar de la gran movilidad como un obstáculo para su contabilización.
14) La familia no es un elemento activo en la planificación de la marcha del menor, aunque en la mayoría de los casos se muestra de acuerdo con su intención de hacerlo o
bien se resigna a ello. .
15) El viaje migratorio se planifica con el grupo de iguales y se realiza con frecuencia sólo, en los bajos de un camión o autocar y más recientemente (desde 2003
especialmente), en pateras.
16) Algunos de los MINA (aproximadamente una quinta parte según distintos estudios) cometen infracciones, la mayoría contra la propiedad. Sin embargo, se destaca que no
parecen haber venido con la intención de delinquir y que tampoco parece que realizaran habitualmente este tipo de prácticas en sus países de origen.

1- Qué entendemos por menor inmigrante no acompañado:

La intervención con los menores en conflicto con la ley penal

domingo, 12 de diciembre de 2010

La Administración genera marginalidad entre los menores.

   Pese a ser una obligación de la Administración, muchos menores inmigrantes no acompañados alcanzan la mayoría de edad sin tener sus papeles en regla. Esto, denuncian organizaciones sociales, les aboca a la exclusión.
Cumplir los 18 años es de todo menos emocionante cuando se es un menor extranjero no acompañado. “¿Cómo miraríamos a un padre y a una madre que el día que su hijo o hija cumple 18 años lo hecha a la calle?”, se pregunta Vicenç Galea, del colectivo catalán Drari, juristas por los derechos de la infancia.

   La legislación española considera que los menores, extranjeros o autóctonos, que no tienen quién se haga cargo de ellos están en una situación de riesgo y vulnerabilidad por lo que la Administración debe hacerse cargo de ellos y tutelarlos. Actualmente, son las comunidades autónomas las que asumen estas responsabilidades. Pero al alcanzar la mayoría de edad, los menores extranjeros se encuentran en una situación de suma precariedad. Aunque existen programas de emancipación en diferentes comunidades, la falta de recursos hace que las plazas sean insuficientes y sólo unos pocos chicos puedan hacer uso de ellas. Pero en muchos casos, el problema reside en un generalizado caos administrativo que hace que no tengan la documentación en regla. En otros, es compleja la regularización de su situación una vez han salido del centro en el que estaban tutelados, y les resulta casi imposible conseguir un permiso de trabajo que les permita renovar, más tarde, la residencia. Y eso que proveerles de los papeles es una obligación de la Administración establecida legalmente.
Aunque, según la Ley de Extranjería, la Administración dispone de un máximo de nueve meses para proveer al menor de un permiso de residencia, la tónica general es la negligencia, actitud que varias organizaciones que trabajan con estos menores interpretan como mala fe.

Hay “muchos chicos indocumentados o a medio documentar: un problema casi imposible de solucionar, porque cuando ya tienen 18 años se convierten en un inmigrante más quedándoles solamente para regularizar su situación la vía del arraigo”, explica Galea. En Cataluña “las administraciones se toman el plazo máximo de nueve meses, como mínimo, y hasta que no pasa ese tiempo con el menor entre manos no empiezan a plantearse lo de la residencia. La solicitan más tarde y el chaval ha perdido un tiempo de antigüedad porque en su dosier se pone la fecha del día en que se la pidieron. Durante un tiempo no ha existido, ha estado en un limbo”, denuncia. Además, afirma Galea, aunque la falta de permiso de residencia no es impedimento legal para cursar estudios, en la práctica sucede así. Y tras semejante itinerario, “cuando se le concede la residencia, ya queda poco tiempo para que estudie y pueda llegar a los 18 años con un diploma”.

   En otros casos, como en Melilla, se marea a los menores que cumplen la mayoría de edad pidiéndoles documentos que para ellos es prácticamente imposible conseguir: “Conociéndoles perfectamente y teniéndolos tutelados les han pedido que presenten un certificado marroquí de que están solteros o un certificado de antecedentes penales. Todo es una trampa”, señala José Palazón, de la asociación pro derechos de la infancia Prodein. Hasta noviembre del año pasado, la Administración melillense les retenía, además, la documentación, dejándoles, cuando no estaban en el centro de tutela, expuestos a ser detenidos y expulsados. Tras ser amonestada por el Defensor del Pueblo, la Consejería de Bienestar Social aceptó entregar su documentación a los chavales y solicitar el certificado de tutela con carácter inmediato. Pero aquellos que habían alcanzado la mayoría de edad con anterioridad no se vieron beneficiados y han quedado en situación irregular.

   El menor M., que había estado ocho años en el centro de acogida del Fuerte de la Purísima, un antiguo cuartel militar en las afueras de la ciudad, vive ahora en una chabola junto al centro y ya ha sido detenido por la policía alguna vez. I. es de Fez y ha estado cuatro años en La Purísima. El 23 de enero fue una vez más a las oficinas de Extranjería a solicitar su documentación. Tiene un precontrato, es carpintero. Esta vez le han cogido la solicitud, cree que porque el personal que le atendió era nuevo. Ahora le toca esperar. “Cuando cumplí 18 años me echaron a la calle. Entonces el permiso de residencia todavía no estaba caducado, pero ahora no quieren renovármelo, no quieren darme lo mío, para que pueda irme de aquí y buscarme la vida como los demás, para sentirme como los demás. Me piden el pasaporte marroquí y no sé qué..., pero ¿cómo? Si yo llevo toda mi vida aquí. Si me dan la residencia puedo ir a Marruecos a pedirlo, pero si no tengo la residencia ¿podré volver a entrar? Es política: dicen que tienes que largarte de aquí”, cuenta por teléfono. Tan sólo cuatro días después, dos compañeros suyos se toparon con lo que a Palazón le parece que será la futura estrategia de la Administración de Melilla: les solicitaron el empadronamiento, que el centro no había tramitado. Cuando fueron ahí a pedirlo, como ya son mayores de 18 años, no se lo tramitaron. “Se consigue dar un paso adelante, y ellos encuentran otra forma de seguir haciendo lo mismo”, observa con cansancio José Palazón.

   En Asturias, donde la llegada de chavales extranjeros es un fenómeno relativamente nuevo –apenas tres años–, también “se buscan fórmulas ‘elegantes’ para que el incumplimiento de la legislación no chirríe: retrasar la documentación, complicar los trámites burocráticos, etc.”, el Colectivo SocialyJusticia. Como la Ley de Extranjería prevé que, aunque hayan alcanzado la mayoría de edad, se les puede conceder un per- miso por una vía especial si la falta de permisos de residencia se debe al mal funcionamiento de una administración, los colectivos asturianos que se ocupan de estos menores están intentando trabajar esta vía.

   Pese a que la Comunidad Autónoma Vasca tiene mejor reputación, Ana Stern, de SOS Racismo Guipúzcoa, insiste en que “resolver la cuestión de la documentación es básico. Para invertir bien en menores de edad, tenemos que invertir en mayores de edad: si no, nos encontramos con unas bolsas de pobreza y de exclusión que cada vez irán creciendo más. Se trata de una cuestión transautonómica, transnacional”.

   En cuanto a Madrid, Juan Ignacio de la Mata, abogado de la Coordinadora de Barrios, constata que la documentación necesaria “primero no se tramita y lo que se tramita se hace en contra de la ley y del espíritu que debe regir las actuaciones en materia de protección, que es el interés superior del menor. Este interés superior integra el derecho a una correcta documentación”. A su juicio, con estas negligencias “se está abocando a los chavales tutelados a la marginalidad porque la no documentación genera desintegración social”. “En general, la administración pública usa todos los subterfugios que puede para eludir el compromiso”, subraya Galea. En ello coinciden desde Asturias: “Se copian para todo menos para lo bueno”.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Toma de conciencia

 Un buen amigo me hizo recordar la pelicula de "El gran  dictador", que ya hacia un tiempo que habia visto y no habia vuelto a visualizarla. El discurso de "El gran dictador" (1940) de Charles Chaplin bien podría constituir una medida de lo que en los tiempos actuales está cada vez más imposibilitado.
¿Qué queda de estos ideales en nuestro presente?




La conciencia empieza por uno mismo
¿Que sabes de tí mismo?
Quien soy,
Cómo me ayudo a mí,
cómo ayudo al que tengo más cerca,
Cómo ayudo al que no veo 

Qué pienso de la guerra,
Qué pienso del poder,
Qué pienso de la sociedad
(Pregúntate a ti mismo solo una
pregunta cada día)
y ...
HAZ ALGO (si puedes) por pequeño que sea
¡Buen camino a los que caminan!

jueves, 21 de octubre de 2010

Los polizones del pegamento. Un futuro, quizás. «¿Merece la pena?

1º Parte
Dos sombras se mueven con rapidez entre los camiones del puerto de Tánger. Pasan por debajo de los vehículos, esquivan a la Policía. Conocen palmo a palmo todos los rincones y agujeros del gran tetris que es la terminal del puerto. Vienen todos los días desde hace un año y medio. Son adolescentes, carne de cañón de esta ciudad canalla que es Tánger, la puerta de Europa.
Kamal lleva la mejilla desollada. Una gran herida de color rosado que hace parecer aún más sucio el resto de su cara ennegrecida. Sus ojos son los de un animal acorralado, penetrantes y a la vez esquivos. Por el rabillo del ojo no pierde detalle de nada, en guardia siempre para correr si hace falta. El puerto está lleno de policías de paisano. No se fía de nadie.

«¿Te has caído del camión?». Kamal contesta negativamente. Esta vez lo ha intentado con un autobús de turistas. La misma estrategia de siempre: subirse al eje o a alguno de los huecos que quedan en los bajos de estos enormes vehículos y aferrarse hasta, si hay suerte, tocar suelo español. Se ha arriesgado muchas veces. «Es muy difícil», asegura. Pero algún día lo conseguirá, y dejará el puerto y quizás también la cola, el maldito pegamento del que no habla pero que se ha convertido en refugio de tantos chavales como él. Se colocan hasta perder la noción.

Abdelhari tiene 15 años, uno menos que Kamal. Parece más confiado que él. A veces sonríe. «Cada vez que nos pillan tenemos que pagar 50 dirhams (algo menos de 5 euros) a la Policía para que nos suelte», explica contando con los dedos, tan negros y tan sucios como su ropa.

Como Kamal y Abdelhari hay muchos en el puerto. «Están siempre por aquí. Viven por allí detrás, entre los escombros, donde pueden», señala Reduan, que trabaja vendiendo billetes para los ferris, mientras señala uno de los muros del recinto. A lo lejos se aprecian montañas de desperdicios junto a las antiguas murallas de la ciudad. Allí, encaramados a los viejos cañones, varios jóvenes se aferran a sus bolsas de plástico. Inhalan con fuerza los vapores tóxicos de la cola, la droga de los pobres. Luego hacen equilibrios en el precipicio.
Vienen del sur, o de los barrios más humildes de Tánger. Algunos huyen de familias problemáticas, de la pobreza. Otros son empujados por sus propios padres, que ponen sus últimas esperanzas en el hijo que consiga llegar a España. Camuflado en algún coche, en patera o en los bajos de un camión. A cualquier precio.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Recuerdo a Labordeta,un modelo para la sociedad

Para empezar a escribir sobre la libertad, hay un nombre que se me anticipa ante todo, José Antonio Labordeta,era de un tipo determinado de persona que, por desgracia, no abundan en la sociedad y que son muy necesarias como modelo.
Su pérdida deja un grito de libertad como ese sol abrasador que le acompañaba por los caminos, como ese aroma a lluvia de tormenta  o como ese pájaro que canta en el camino. Su canto a la tierra y a las gentes y todo su legado que, además de recordarlo siempre, también estará siempre dentro de nosotros cuando sintamos ese sol, esa lluvia, ese pájaro que canta y ese fraternal abrazo  entre las gentes.

 LIBERTAD  esta palabra tan amplia es también una palabra clave para muchas personas que entienden ésta como una condición necesaria para el desarrollo y ejercicio de la persona como individuo.  El que llega a sentir esto ``ya no se apea más del burro´´ (como podría decirse).
          LIBERTAD haya, donde te encuentres, amigo Labordeta.

Cuento sobre La Libertad
Tururulandia era un pequeño y precioso país de juguete que había hecho Paulina Perfectina con sus construcciones. Paulina cuidaba constantemente Tururulandia para que todo estuviera en orden, y mantenía los muñecos rojos junto a sus casas rojas, y los niños verdes jugando en los columpios del parques verdes, y los papás hablando todo el día junto a la plaza. Era un país tan bonito y perfecto, que Paulina soñaba con poder llegar a vivir un día en Tururulandia.
Y sin saber cómo ni por qué, su sueño se cumplió, y un día despertó en mitad de Tururulandia, vestida toda de rosa, y hecha de piececitas de juguete. ¡qué maravilla! ¡ todo era como ella conocía! Y era realmente precioso.
Paulina esta totalmente feliz, y tras la primera sorpresa, corrió a ver los columpios de los niños del parque verde. Pero antes de que pudiera llegar, una mano gigante la alcanzó, y tomándola de un brazo, la llevó de nuevo junto al gran palacio rosa. Paulina quedó un poco extrañada, pero enseguida lo olvidó, porque vio sus queridas casas rojas, y hacia allí se dirigió. Pero nuevamente, antes de llegar a ellas, la gran mano volvió a aparecer, y la volvió a dejar junto al palacio.
- No te esfuerces-dijo una princesita rosa que asomaba por uno de los balcones- nunca podrás abandonar la zona rosa
Entonces la princesita explicó a Paulina cómo la gran mano nunca dejaba moverse a nadie en Tururulandia, y que aquel era el país más triste del mundo, porque nadie podía decidir qué hacía ni dónde iba. Y Paulita miró las caras de todas las figuritas y muñecos, y comprobó que era verdad. Y se dio cuenta de que aquella gran mano era la suya, la que utilizaba siempre para mantenerlo todo como ella quería.
- ¿Pero entonces? ¿No os gusta vivir en un país tan bonito y organizado?- terminó preguntando Paulina.
- Si no podemos elegir qué hacemos o a dónde vamos, ¿para qué nos sirve todo esto?- le respondieron - Si tan sólo tuviéramos un día para ver otras cosas... ¿no lo entiendes?
Y vaya si lo entendió. Tras unos pocos días sin poder decidir nada por sí misma, ni moverse del castillo rosa, Paulina estaba profundamente triste; tanto, que su precioso país le daba totalmente igual.
Hasta que una mañana, se despertó de nuevo en su vida normal, y al llegar junto a su país de juguete, lo primero que hizo fue cambiar las figuritas de sitio. Y así, cada vez que encontraba una fuera de su lugar, en vez de devolverla inmediatamente a su sitio, esperaba un día, para que tuviera tiempo de disfrutar de aquel bello país.
Y muchas veces, en el colegio y en casa, trataron de explicarle en qué consistía la libertad, y lo importante que era. Pero no le hacía falta, para saber lo que era la libertad, sólo tenía que recordar la tristeza extrema que sistió aquellos días en Tururulandia.